En diálogo exclusivo con ediciónrural.com, el ministro de ciencia y tecnología de la nación, Lino Barañao, se refirió al uso de la biotecnología para las producciones agrícolas como la soja y el maíz. “La biotecnología no la hace una empresa monopólica con el objetivo de aumentar sus ganancias”, dijo.
“Hay una cierta aprehensión no justificada. Sobre todo en los organismos genéticamente modificados, y en particular con la soja transgénica. Lo que tiene esta soja es que un gen, de las decenas de miles que tiene, pertenece a una bacteria que habitualmente está en el suelo, que es el que degrada el glifosato. Lo que ha hecho la biotecnología es tomar ese gen y colocárselo a la planta para que sea ella la que degrada el glifosato y de esa forma sea inmune a la acción del herbicida. Pero uno podría ingerir esa misma bacteria en la verdura y no tener ningún problema. Entonces no se tiene una adecuada visión de lo que estamos hablando. La biotecnología moderna, aún con todo su poder, no ha logrado ni va a lograr producir el cambio genético que hizo pasar al precursor del trigo al trigo que conocemos. Plantas que tenían dos o tres granos se convirtieron en el trigo que conocemos hoy. Pero esto se produjo por mutaciones naturales. El objetivo de la biotecnología moderna es que esas mutaciones sean dirigidas y que esos cambios sean controlados. No podemos esperar miles de años para esperar que aparezca una variedad de maíz que resista el ataque de insectos”, argumentó el ministro.
Además agregó que “existe mucha desconfianza en la población respecto de los intereses asociados a la biotecnología. Pero sólo los científicos podemos evitar que se genere esa desconfianza. Nosotros no tenemos ningún vínculo con ninguna compañía internacional. Existe esa hipótesis conspirativa, sobre todo en Argentina de que el que opina es porque tiene algún interés particular. La población en general cree que la biotecnología la hace una empresa monopólica con el sólo objetivo de aumentar sus ganancias, cuando la realidad es que hay muchos emprendimientos pequeños que buscan mejorar la calidad de vida”.
Por otra parte, Barañao adelantó que en pocos días el gobierno reglamentará la ley de apoyo a la biotecnología moderna. “Será una reglamentación compleja porque intervienen varias áreas del Estado, el ministerio de producción, el de agricultura y el de ciencia y tecnología. Es una ley que va a tener un impacto muy importante porque provee incentivos en cuanto al pago de impuestos, costos laborales y crea un fondo para la promoción de nuevas empresas en el área de biotecnología”, señaló.
Por último, el ministro de ciencia recordó que “Argentina se destaca en los países de la región porque hay un gran número de empresas que se dedican a la biotecnología. Hay alrededor de 120 que facturan montos aproximados a los mil millones de dólares., con un porcentaje de exportaciones muy importantes. Además hay un horizonte de crecimiento muy importante. Por otra parte, cuando se crea una empresa de base tecnológica se crean puestos de trabajo, no sólo para personal calificado sino también para aquellos que tienen menos estudios y eso tiene impacto directo sobre la inclusión. Hay muchas áreas en las que la biotecnología puede tener un impacto social”.
Ayer, en el marco de la feria Biolatina, el ministro Barañao participó de la presentación de Ñandubay Bicentenario, el primer caballo clonado de Latinoamérica, el cual le permite a la Argentina ser miembro de un club de elite que sólo integran otros tres socios: Estados Unidos, Italia y Canadá.
Fuente: ediciónrural.com
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