miércoles, 29 de enero de 2014

A malezas "villanas", efectivos "superheroes"

La Eeaoc estudia las malezas “villanas” de cada cultivo, para descubrir efectivos “superhéroes”
 
El ingeniero Ignacio Olea describió cuáles son las plagas más resistentes y los químicos que se deben utilizar para lograr un control efectivo.
 
Soja, maíz, caña, poroto y chía.
Los informes técnicos, a partir de las condiciones climáticas imperantes en Tucumán, son una constante a la que los técnicos locales y de zonas aledañas están acostumbrados, por lo que se convirtieron, desde hace tiempo, en la consulta obligada antes de tomar muchas decisiones.
 
A esta altura de la campaña de granos de verano, tienen una presencia casi obligada, no sólo por las condiciones imperantes, sino también por los antecedentes climáticos, ya que Tucumán y las zonas aledañas vienen de dos campañas extremadamente secas, atravesando verdaderas sequías que pusieron a los cultivos al límite de su resistencia.
 
Durante la campaña 2013-2014, la falta de humedad hizo que casi todos los cultivos experimentaran atrasos de más de un mes en sus ciclos biológicos o en sus siembras. Eso también sucedió para las malezas, cuyos pulsos de emergencia se desfasaron, por lo que actualmente se presentan diferentes situaciones, sostiene el ingeniero agrónomo Ignacio Olea, jefe de la Sección Malezas de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc).
 
Los problemas más frecuentes para los productores de granos los ofrecen las malezas tolerantes y resistentes al glifosato; entre las primeras figuran Trichloris sp. (presente en todo el país), Chloris y Santa Lucía (Commelina sp.); también mencionamos a una especie del género Setaria, todavía en estudio como para calificarla a qué grupo pertenece. Integran el grupo de las especies con biotipos resistentes presentes en la provincia, las gramíneas Echinochloa colona, Eleusine índica, Urochloa panicoides y Sorghum halepense, a las que se agrega Amaranthus palmeri (latifoliada).
 
“Se descubre, en promedio, un nuevo biotipo resistente cada año; esto significa que el glifosato está dejando de ser un herbicida único, aunque sigue siendo imprescindible, ya que en una población estimada de 300 especies de malezas en el NOA, sólo falla con unas pocas, pero con las restantes conserva la eficacia”, apunta Olea.
 
Cultivo de soja
En estos momentos se están apreciando los beneficios de los barbechos químicos anticipados y del empleo de herbicidas residuales, para el manejo de esas especies de difícil control. Con la soja ya sembrada -explica el profesional- “actualmente los problemas se presentan con las malezas tolerantes y resistentes que no han muerto con el barbecho químico”.
 
Hay diferentes estrategias para controlarlas, pero la recomendación es ver cómo evolucionan éstas y sus nuevas emergencias para actuar en consecuencia. Para el control en posemergencia, según Olea, la clave pasa por asesorarse, ya que admite que hay información, conocimiento y experiencia disponibles en el medio.
 
“Es necesario preguntar, es un momento en el que hay que practicar un manejo inteligente que le sea rentable al agricultor”, reflexionó. “Uno de los biotipos resistentes con que estamos trabajando ahora -consigna el especialista- es un ataco nuevo: el Amaranthus palmeri. Una planta de esta especie puede ocupar un metro cuadrado, y hace imposible cosechar”, comentó.
 
“Estamos trabajando en la zona de Leales, porque creemos que está concentrado ahí. Necesitamos que los productores que encuentran manchones de ataco que sobreviva al glifosato, se comuniquen con nosotros en la Sección Malezas, al (0381) 4521058, para que podamos evaluar su difusión”, enfatiza Olea.
 
Malezas en caña de azúcar
En el control de malezas de la caña de azúcar se usan herbicidas residuales en el 90% de la superficie de caña planta; por eso, hay cañaverales muy limpios. Este efecto tiene influencia en las próximas socas, donde también se está generalizando la utilización del mismo manejo.
 
“Hay que cuidarse del Tupulo (Sicyos polyacanthus), una enredadera que comienza a salir en septiembre y presenta varios pulsos de nacimiento. Si hay luz crece, se enreda en la caña hasta que consigue llegar arriba y luego comienza a crecer horizontalmente. Hace una década, descubrimos en la Eeaoc una fórmula efectiva en pos emergencia (Fluroxipir + Atrazina)”.
 
Cultivo de maíz
El maíz tiene la ventaja de que los productores están familiarizados con el uso de herbicidas residuales. El problema de este cultivo es que, por tener ciclo muy largo, el período de protección de los productos no alcanza a cubrir las emergencias de las malezas que nacen tardíamente (marzo y abril), como el Trichloris, y su población aumenta si no se realizan manejos apropiados en los barbechos químicos de la próxima campaña.
 
Además, cuenta con más recursos y estrategias que la soja para manejar las malezas resistentes al glifosato en posemergencia
 
Poroto y Chía
stamos a 15 días de la siembra de poroto y chía. Hay que empezar con los barbechos químicos; para ello, se debe tener muy en cuenta las malezas tolerantes y resistentes. Es recomendable comenzar a ver bien los campos y realizar los barbechos para que los suelos estén limpios. Un aspecto importante a considerar es que, en ambos casos, se trata de cultivos que son susceptibles a los residuos de algunos herbicidas utilizados precedentemente.
 
Fuente: La Gaceta de Tucumán

lunes, 27 de enero de 2014

Lluvias

Las precipitaciones aparecen en un momento clave para la soja de primera en plena definición de rendimiento.

 
Finalmente llegó el esperado alivio ambiental en la zona núcleo. Las precipitaciones aparecen en un momento clave para la soja de primera en plena definición de rendimiento.
 
Se destacan los acumulados del centro-este de Córdoba con registros entre 50 y 100 mm. El registro mas alto ocurrió en la localidad de Pozo del Molle (Córdoba) con un acumulado de 110 mm.
 
En el noreste de Buenos Aires y Sur de santa Fe las lluvias rondaron entre 20 y 40 mm.
 
Mientras que en el noroeste de Buenos Aires y la localidad de Rufino (Santa Fe) la precipitaciones fueron nulas. Como se observa en el mapa, hay un gradiente de lluvias que disminuye desde el noreste hacia el suroeste de la región núcleo del país.
 
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Mapa de precipitación acumulada en las últimas 24 horas
 
Llegó el alivio luego de una jornada donde las temperaturas se mantuvieron por encima de los 35°C en gran parte del centro norte del país pero que debido al alto contenido de humedad en la atmósfera, la sensación de calor fue mucho más elevada, con estimaciones del orden de los 45°C.
 
Las condiciones sofocantes no se modificaron sino hasta que comenzó a observarse la progresiva rotación de los vientos al sector sur, algo que la latitud de la ciudad de Córdoba no se sintió antes de las 21 hs. Desde entonces las marcas térmicas se han venido desplomando y el aire, frío para la época, ha comenzado a posicionarse.
 
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La foto satelital aún muestra una vasta cobertura nubosa, pero las áreas de tormenta ya se han reducido significativamente.
 
Se presenta una zona muy activa en el noreste de Córdoba y en algunos corredores de Entre Ríos y las vecindades del oeste de Uruguay. Con el avance del aire frío desde el sur los cielos se irán despejando muy rápido con el correr del día, con lo cual la franja central solo cuenta con algunas horas más para recibir precipitaciones, en general las mismas ya serían modestas o nulas de Buenos Aires al sur.
 
El tiempo mejora rápido con el transcurso del viernes. Durante el fin de semana los cielos soleados volverán a dominar la región pampeana, al tiempo que el sábado se mantendrá inestable con posibles lluvias en el norte del país. La temperatura vuelve a ser protagonista pero en sentido contrario al que venía mostrando. El ambiente del fin de semana será otoñal más que veraniego. Las máximas repuntan a valores normales el lunes.
 
No se descartan nuevas lluvias en la franja central hacia la jornada del martes o miércoles.
 
Fuente:  Noticias Zona Núcleo. BCR GEA. 24 de enero de 2014. Indicadores climáticos. Lluvias

viernes, 24 de enero de 2014

ALERTA: Amaranthus quitensis resistente a glifosato

Informe elaborado por el INTA EEA Oliveros, en el que participaron Daniel Tuesca (Cátedra de Malezas, Facultad de Ccias. Agrarias. UNR), Juan Carlos Papa (Protección Vegetal, EEA Oliveros del INTA), Sergio Morichetti (Aceitera General Deheza), Nicolás Montero Bulacio (Cátedra de Malezas, Facultad de Ccias. Agrarias. UNR).
 
Los problemas de malezas ocurren dentro de un contexto económico, social, productivo y cultural particular, que presiona fuertemente al sistema agrícola y a la totalidad de sus componentes bióticos, generando cambios que ocurren en una escala espacio-temporal que trasciende el nivel del lote individual así como el momento correspondiente a una práctica de manejo o incluso una sola campaña.
 
La naturaleza biológica de las malezas determina que evolucionen, adaptándose a aquellas prácticas destinadas a su control que por resultar, en algún sentido, convenientes al esquema de producción, en general el más rentable en el corto plazo, se reiteran con elevada intensidad y frecuencia. En nuestro caso esto correspondería al empleo de herbicidas de elevada eficacia y bajo costo relativo, (glifosato, algunos herbicidas de elevada persistencia como el metsulfurón metil o el clorimurón etil) empleados, con mucha frecuencia, a dosis muy superiores a las recomendadas y en instancias fuera de lo sugerido como oportuno.
 
El resultado del proceso adaptativo podemos resumirlo en la manifestación de tolerancia y resistencia a herbicidas y su consecuencia inmediata es una reducción significativa en la utilidad práctica y económica de la herramienta química, además de las pérdidas de producción consecuencia de la interferencia ocasionada por la maleza mal controlada o directamente, no controlada. Por otra parte, la dispersión de las malezas hoy no se limita sólo a las vías naturales; el hombre interviene, en la mayoría de los casos de manera inconsciente, a través del movimiento de los animales domésticos, el empleo de semillas de dudosa procedencia, el movimiento de las maquinarias, etc.
 
De esta forma contribuye a que un problema de malezas que evolucionó en un determinado lugar pueda afectar a otros sistemas productivos ubicados a una distancia muy variable, a veces muy considerable, y hasta podríamos hablar inclusive de una escala global.
 
En los últimos dos años, se reiteraron con elevada frecuencia consultas sobre la presencia de poblaciones de yuyo colorado (Amaranthus quitensis) que escapaban a tratamientos con glifosato. Y si bien, en una primera instancia, se sospechó de factores ajenos a la resistencia como responsable, estudios de “dosis respuesta” realizados sobre biotipos de las provincias de Córdoba y Santa Fe, nos permitieron concluir que nos encontramos frente a un nuevo caso de resistencia a glifosato.
 
Es importante considerar que A. quitensis, ya había sido informada como resistente a herbicidas inhibidores de ALS (imidazolinonas, sulfonilureas y triazolpirimidinas) durante 1996, por Nisensohn y Tuesca (UNR) y que esos biotipos aún se encuentran presentes en los sistemas productivos; por lo que es probable que exista, además, resistencia múltiple, es decir biotipos simultáneamente resistentes a glifosato y a herbicidas inhibidores de ALS.
 
CARACTERÍSTICAS PRINCIPALES
Amaranths quitensis es una especie sumamente polimorfa lo que puede llevar a confusiones sobre su identidad. Su origen es sudamericano pero, actualmente, es cosmopolita, encontrándosela en toda América, desde Canadá hasta Argentina y está presente también en Oceanía, África y Asia.
 
Es una hierba anual, erguida de 0,3 a 2,0 m de altura, generalmente muy ramificada, con tallos robustos e inicialmente pubescentes. Está compuesta de hojas simples, alternas, más abundantes en los tercios superiores, peciolados, lanceolados o deltoides de 3,0 a 10 cm de longitud por 1,5 a 6,0 cm de ancho. Inflorescencia, en una panoja terminal erecta o pendiente, formada por espigas cilíndricas y densas de color variable entre verde y púrpura o rojizo.
 
Las flores se disponen en torno al eje de la espiga, son sésiles y unisexuadas, con las flores masculinas en la parte superior y las femeninas en la inferior. Los frutos son pixidios uniloculados y uniseminados; las semillas son lenticulares de contorno circular y de 0,7 a 1,0 mm de diámetro y color castaño-rojizo. El nombre común es yuyo colorado.
 
 
Foto 1: Plantas de yuyo colorado (A. quitensis) en estado vegetativo
 
En ensayos llevados a cabo en la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNR, se ha constatado en biotipos provenientes de la Provincia de Córdoba y de la Provincia de Santa Fe, elevados niveles de resistencia a glifosato, registrándose sobrevivencia a dosis de 32 l.p.f./ha de una formulación Premium con una concentración de 540 g.e.a./litro.
 
El objetivo de esta comunicación es brindar información sobre esta adversidad y su contingencia que puede afectar a los sistemas productivos, alertar sobre su peligrosidad y sobre la necesidad de generar información para prevenir o, al menos, retrasar su dispersión.
 
ALTERNATIVAS VIABLES PARA EL MANEJO
La magnitud potencial del problema justifica sobradamente realizar el esfuerzo de la prevención; algunas de las medidas podrían ser la limpieza de vehículos, maquinarias u otros equipos agrícolas antes de ingresar a lote, con especial énfasis en las cosechadoras, el desbaste de animales, control y limpieza de semillas o forrajes.
 
Monitoreo frecuente de los lotes pero también de caminos, cunetas, banquinas, baldíos y bordes a fin de detectar tempranamente la presencia de individuos los cuales deberían ser eliminados, como sea, antes de llegar al estado reproductivo, mantenerse informado sobre la evolución de esta problemática en el país, en la provincia y en la región. Si se detecta la presencia de biotipos resistentes se deberá informar de inmediato sobre la novedad, a los organismos oficiales pertinentes tales como SENASA, INTA, Ministerio de Agricultura de la Provincia u otros relacionadas con la sanidad vegetal.
 
CONTROL CULTURAL: implementar rotaciones de cultivos que permitan alternar herbicidas con distintos modos de acción; disponer el arreglo espacial de los cultivos de manera de maximizar su aptitud competitiva sobre las malezas, por ejemplo reducir la distancia entre hileras y/o selección de variedades que ocupen rápidamente el espacio procurando maximizar el aprovechamiento de los recursos por parte del cultivo.
 
CONTROL POR MÉTODOS FÍSICOS: fundamentalmente por medios mecánicos o manual-mecánicos a fin de controlar plantas en estado vegetativo o bien antes de que generen semillas viables, evitando así el enriquecimiento del banco de propágulos.
 
CONTROL QUÍMICO: en este sentido es importante destacar que actualmente en Argentina, contamos con herbicidas alternativos al glifosato con registro específico en SENASA para el control químico de esta maleza lo que representa una importante ventaja. En primer lugar, si bien la mayoría de los herbicidas inhibidores de ALS son eficaces sobre los biotipos susceptibles a ellos, considerando los antecedentes locales sobre resistencia a ese mecanismo de acción sería, oportuno considerar además a los principios activos alternativos al mismo.
 
Herbicidas Residuales: su empleo oportuno seria clave a fin de evitar las emergencias tempranas de primavera y para contribuir a reducir la magnitud del banco de semillas; dentro de éstos, podemos citar a algunos de los siguientes grupos:
Triazinas p.e. atrazina, zimazina, metribuzin, prometrina;
Ureas: diurón, linurón
Cloroacetamidas: p.e. metolaclor, S-metolaclor, acetoclor, dimetenamida
Dinitroanilinas: pendimetalina, trifluralina.
Inhibirores de protox (PPO): flumioxazin, sulfentrazone.
Inhibidores de pigmentos: flurocloridona, clomazone, diflufenicán, isoxaflutole
 
Herbicidas post-emergentes de la maleza:
Inhibidores de fotosistema I: diquat, paraquat (de contacto)
Inhibidores de la síntesis de glutamina: glufosinato de amonio (de contacto)
Herbicidas hormonales: 2,4D, 2,4 DB, MCPA, dicamba, picloram, benazolin (sistémicos) Inhibidores de protox (PPO):saflufenacil, fomesafén, lactofen, acifluorfen, fluoroglicofén, oxifluorfén, aclonifen (de contacto)

jueves, 23 de enero de 2014

Siembra de transgenicos en Argentina: 23,9 millones de has

Casi 24 millones de hectáreas fueron sembradas en la Argentina durante 2012 con cultivos modificados genéticamente, lo cual convierte al país en uno de los que tiene mayor tasa de adopción de cultivares "mejorados". "Ese proceso comenzó hace más de 15 años y su beneficio bruto acumulado hoy supera los 70.000 millones de dólares", consignó INTA Informa.
 
Desde el Instituto de Genética del Centro de Investigación en Ciencias Veterinarias y Agronómicas del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), Cecilia Décima aseguró que "nuestro país es uno de los principales productores de cultivos transgénicos".
"Con 23,9 millones de hectáreas en 2012, representa el 14 por ciento del área global cultivada con transgénicos y un aumento del 6% con respecto al año anterior", indicó.
 
En cuanto a los motivos para aplicarlo en el sector agropecuario, Daniel Miralles, de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (UBA), consideró que "uno de los puntos más importantes es que permite aumentar la productividad".
 
La adopción de cultivares mejorados ya le reportó a la Argentina un beneficio bruto acumulado de 72.645,52 millones de dólares. De ese total, 65.435,81 millones correspondieron a la soja tolerante a glifosato, 5.375 a maíces y 1.834 millones a algodones, en ambos casos, resistentes a insectos y tolerantes a herbicidas, según estimaciones realizadas en base a SIGMA, modelo matemático desarrollado por el INTA.

SIGMA se efectuó a partir del Estudio del Perfil Tecnológico del Sector Agropecuario Argentino y de información del Ministerio de Agricultura de la Nación, del Consejo Argentino para la Información y el Desarrollo de la Biotecnología (ArgenBio), del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) y de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). "La estrategia para aumentar la productividad de cualquier cultivo es el rendimiento por unidad de área", sostuvo Miralles.

En la Argentina, el proceso de incorporación de estas tecnologías se inició en el año 1996, cuando se introdujo la primera soja tolerante al herbicida glifosato y avanzó ininterrumpidamente, con una dinámica de adopción casi sin precedentes a escala mundial. Mientras que en la actual campaña, esa tendencia continúa: para los cultivares transgénicos de maíz registra una adopción del 95% del total, para el algodón del 100% y para la soja tolerante a glifosato alcanza casi ese mismo porcentaje, como en los ciclos genéticos.

La modificación genética, además de aumentar la productividad de los cultivos con una agricultura sustentable, procura mejorar los alimentos derivados de cultivos vegetales, ya sea mediante la eliminación de sustancias tóxicas o alergénicas, por medio de la variación de sus componentes para hacerlos más saludables o incrementando su contenido nutricional.
 
"Si uno mira el escenario mundial de los cultivos, el aumento de la producción a gran escala de los alimentos por superficie es escaso", advirtió Miralles, quien explicó que no hay extensión para incrementarla. En consecuencia, "la estrategia para aumentar la productividad de cualquier cultivo es el rendimiento por unidad de área", reiteró.
 
Fuente: NA

lunes, 20 de enero de 2014

¿Cuándo picar los maíces para silo en condiciones de sequía?

Muchos maíces sembrados entre fines de septiembre y principios de octubre, están sufriendo daños por falta de precipitaciones y altas temperaturas. Esta combinación provocó el deterioro de los cultivos con un importante desmejoramiento en el estado fenológico de los mismos. Estos lotes, en general, se ven desuniformes, tienen plantas poco desarrolladas, una cantidad variable de hojas secas, deficiente llenado de grano, espigas pequeñas y en algunos casos sin espigas.
 
Cuando el cultivo de maíz se desarrolla normalmente, el contenido de materia seca (MS) se relaciona con la madurez del grano. En estos casos, picar por ejemplo, con 30 % MS coincide con el estado del grano pastoso (ó 1/3 línea de leche). En situaciones donde los cultivos están sufriendo por sequía y altas temperaturas, no es posible tomar la decisión del momento de corte de acuerdo a la madurez del grano, porque las plantas modifican su desarrollo en respuesta a las condiciones de estrés.
 
Decidir en función de la observación visual del cultivo puede llevar a cometer errores, porque las plantas tienen una alta proporción de hojas secas y se puede subestimar el contenido de humedad real. Lo aconsejable es decidir el momento de corte de acuerdo al contenido de MS del cultivo, para lo cual es necesario cortar plantas, secarlas en estufa o microondas y calcular el porcentaje de MS.
 
El porcentaje de MS puede variar según el objetivo de producción. Se puede picar con contenidos menores al 30 % MS cuando se busca calidad de planta y de fibra, y se llega hasta 32 a 35 % MS cuando el objetivo es maximizar el contenido energético. Es importante no sobrepasar este rango, porque si se pican materiales excesivamente húmedos o secos se afecta la calidad de los silos.
 
Cuando los maíces están demasiado secos (más de 40 % MS) se dificulta la compactación y la conservación y desmejora excesivamente la calidad nutritiva de tallos y hojas. Por el contrario, cuando el contenido de humedad es demasiado alto (menos de 25 % MS) aumentan las posibilidades de fermentaciones indeseables que afectan la conservación y se producen pérdidas por lixiviación, no solo de agua, sino también en nutrientes. Estos “efluentes” del silo suelen ocasionar posteriormente dificultades en las tareas de extracción.
 
A fin de caracterizar el estado de los maíces para silo que están sufriendo condiciones de sequía, se presenta el resultado de mediciones de MS de plantas enteras de maíz con diferente grado de estrés: Se tomaron plantas con un nivel de daño severo (follaje totalmente seco, casi sin espigas), otras con daño intermedio (conservan parte del follaje superior verde, hay desarrollo de espigas pequeñas), y daño leve (hojas basales secas, leve afectación en el llenado de granos).
 
Para cada nivel se cortaron tres plantas, se picaron en húmedo y luego se colocaron en estufa a 100 ºC para determinar el % de MS. Los resultados obtenidos se muestran a continuación:
 
 
Los resultados de las determinaciones indican que las plantas de maíz con daño severo, ya han superado el nivel de MS deseable para lograr un buen ensilado, las que presentan daño intermedio están llegando al momento óptimo de picado, en tanto que las de daño leve tienen exceso de humedad que se traduciría posteriormente en pérdidas en el silo, por lo que aún se debe esperar para realizar el corte de estos lotes.
 
Fuente: INTA Villegas

viernes, 17 de enero de 2014

Reservas al limite

Según el informe de la Guía Estratégica para el Agro (GEA) de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), en general, en el área de GEA las reservas de agua en suelo se encuentran al límite respecto del ingreso del cultivo de soja de primera a su período crítico. De no llegar las tan ansiadas lluvias, el potencial de rinde se vería afectado.
 
Mientras tanto, sigue disminuyendo el rinde mínimo esperado para maíz de primera, sobre todo en el noroeste de Buenos Aires. Sólo en zonas muy puntuales, con reservas adecuadas, el cultivo presenta buen estado.
 
Se esperan chaparrones y tormentas de variada intensidad la madrugada del domingo 19 de enero y se mantendrán hasta el martes 21 de enero en toda la región núcleo.

GEA final
Humedad del suelo al 15 enero y lluvias necesarias en los próximos 15 días para que el maíz cubra sus necesidades hídricas.
 
Entre el jueves 9 y el miércoles 15 de enero sólo en el sudeste de GEA se desarrollaron lluvias dispersas y localizadas con montos promedio de 40 mm, mientras que en el resto de la región núcleo el milimetraje fue ínfimo o nulo.
 
El informe destaca el acumulado de Rojas, (Buenos Aires), con registros de 56.8 mm y en Ramallo, en la misma provincia, donde se registró 42 mm.
 
Las temperaturas máximas fueron muy superiores a los parámetros normales con valores entre 34°C y 36°C.
 
A diferencia de semanas previas, la temperatura mínima presentó un sensible descenso.
 
Los valores mas bajos promediaron los 12°C y 14°C. La marca mas baja fue de 10.6°C en Chacabuco (Buenos Aires).
 
El bajo o nulo nivel de precipitaciones y las temperaturas extremas mantiene en vilo a los cultivos de verano.
 
A diferencia del último reporte semanal, la soja de primera comienza a mostrar en sectores puntuales de GEA síntomas asociados al estrés termohídrico.
 
Las reservas de agua en suelo están al límite respecto del ingreso del cultivo a su período crítico.
 
Finalizando la etapa de cuajado de vainas, de no llegar las tan ansiadas lluvias, el potencial de rinde se vería afectado.
 
Las áreas más comprometidas son el sur de Santa Fe y el noroeste bonaerense, fundamentalmente donde la napa se vuelve inaccesible para la oleaginosa.
 
Respecto a soja de segunda, presenta estadios muy disímiles según zona. El abanico de posibilidades va desde V4 (cuarta hoja) a R1 (floración) y se sigue reportando la dificultad para alcanzar su índice de área foliar crítico.
 
Aumenta la brecha de condición fisiológica entre los maíces que fueron sembrados temprano y los tardíos.
 
Los primeros, castigados duramente por la ola de calor, presentan mermas definidas de hasta un 30% del rinde potencial. Sigue cayendo el rinde mínimo esperado, sobre todo en el noroeste de Buenos Aires. En el centro de Santa Fe prevén lograr entre 7 a 10 Tn/ha y puntualmente para el este de Córdoba el pronóstico sigue siendo bueno.
 
Los maíces tardíos están entrando en la etapa de crecimiento rápido. Si bien el estado general es muy bueno, comienzan las altas demandas por parte del cultivo y el nivel hídrico actual es deficiente para suplirlas.
 
Respecto de plagas, en esta última semana ganaron protagonismo el “gusano cogollero” y la “isoca de la espiga en maíz” y “medidora en soja”.
Las regiones muy afectadas por sequía presentan poblaciones elevadas de “trips” y “arañuelas”.

jueves, 16 de enero de 2014

La bolillera no pasa de moda

Ya han pasado varios años desde que la oruga bolillera (Helicoverpa gelotopoeon), hizo cabecera de playa en la soja. Fue a partir de 2007 cuando se observaron las primeras grandes invasiones que merecieron la atención de técnicos y productores. Y no se fue más. Cada año, en mas o en menos siempre estuvo, agravando sus daños en épocas secas.
 
Y no es que le guste la baja humedad del ambiente, sino que las plantas estresadas le ofrecen un hábitat más seguro y la supervivencia es mayor. Los adultos, polillas cuyas poblaciones podemos medir en trampas de luz, ponen huevos en la base de los brotes. Las larvas recién nacidas se dirigen inmediatamente a los folíolos nuevos.
 
Cuando la planta está bien hidratada, los folíolos se abren rápidamente descubriendo la hoja tri-foliolada. Pero cuando la planta está en estrés, cada folíolo permanece plegado mucho tiempo y la larva allí dentro está menos expuesta a condiciones climáticas adversas y a predatores. Solo una pequeña hormiga colorada puede encontrarla con éxito y alimentarse de ella.
 
A la hora de controlarla aún se discuten los “umbrales”. Desde los históricos “3 por metro lineal” propuestos por Aragón el siglo pasado, hasta 1 a 2 por metro lineal (100% de diferencia entre una cifra y otra). Otros en algún momento gritamos “casi 1… es umbral”. Y posiblemente todos sean ciertos. Es que no depende tanto del número como de las condiciones ambientales y las características fisiológicas actuales de la planta. Las plantas que tienen agua en el perfil crecen rápido, en menos de una semana pasa de V2 a V3.
 
El volumen foliar se duplica constantemente en las primeras etapas fenológicas. Aunque la plaga esté y haga algún daño, la planta “diluye” este perjuicio al crecer rápidamente. Entonces no está mal hablar de 3 por metro lineal. Pero si la planta está en estrés y crece muy lentamente, con los folíolos plegados, la larva come el brote por dentro y rompe la dominancia. Fisiológicamente la rama secundaria “carga” menos que el tallo principal, y entonces ya hay daños significativos. En este caso se han medido hasta 10 quintales de diferencia entre plantas protegidas y sin tratamiento. El “casi una” , o sea, menos de una por metro, se hace cierto en estas circunstancias.
 
La pregunta que siempre llega es “cual es el mejor producto para controlar a la bolillera ?”. Y las respuestas son tantas cuantas condiciones ambientales y de cultivo existan. Porque un piretroide actúa por contacto sobre la larva y luego por ingestión de la hoja que tiene el producto absorbido en la cera de la cutícula. Y funciona bien…. “ Pero si los folíolos están cerrados llega un piretroide a la parte de adentro ?” . En estos casos el contacto no funciona ya que la larva está protegida, pero la ingestión es el mecanismo por el cual se la controla.
 
El piretroide queda en la parte de afuera de la hoja, pero la larva hace orificios de un lado hasta el otro (donde está el producto) e ingiere el producto. Hay que hacer dos consideraciones al respecto. La primera es que en el lugar donde comió debe haber producto en la concentración necesaria. Por tanto la calidad del piretroide es muy importante. Hay algunos como la cipermetrina que en dos días ya dejan de tener efecto.
 
Otros como lambdacialotrina, gamma, alfametrina, zetametrina o bifentrin persisten entre 5 y 8 días dependiendo de la formulación. Pero hay que asegurarse que en el lugar comido haya producto en la concentración necesaria. Para ello es muy importante revisar las dosis y usar humectantes de primera calidad. Se escucha también: “Usando un fosforado de penetración (clorpirifos, profenofos) es más seguro ya que llega al otro lado de la hoja”. Es cierto, a las dosis de penetración, pero tiene las mismas limitantes que los piretroides. Deben llegar en la concentración necesaria (aunque penetren lo hacen siempre verticalmente, como si se hincara un alfiler) y al lugar donde dio el bocado la larva.
 
Los reguladores de crecimiento (IGR) de contacto o leve penetración en la hoja entran en las mismas consideraciones, solo que hay que asegurarse que las larvas no superen el estadio L3, ya que pierden efectividad. Pero todos los tratamientos antes mencionados tienen una limitante: solo protegen la hoja tratada. Si a la semana siguiente la planta emitió un nuevo brote, este ya no está protegido y las larvas nuevas “ni se enteran del tratamiento”. Este fenómeno ha llevado a muchos técnicos a opinar que tal o cual producto “no funcionan bien”, ya que a la semana siguiente la infestación continuaba. Es muy posible que el tratamiento haya funcionado bien y que las larvas nuevas se hayan producido sobre folíolos no tratados.
 
En varias observaciones efectuadas en la empresa de monitoreo, observamos que en algunos lotes tratados, la persistencia (que evita la re-infestación) era mayor a lo esperado y no se cumplía la premisa de proteger solo el folíolo tratado. Y se encontraban larvas muertas en brotes nuevos que no estaban al momento de la aplicación. Esto se daba solo con un producto, rynaxypyr. La hipótesis era que se absorbía por tallos y ascendía por sistemia los días posteriores al tratamiento. Pero esto no estaba comprobado.
 
Al efecto se diagramaron ensayos para entender el funcionamiento de este producto. Plantas de soja en V1 se trataron con rynaxypyr solo en los tallos y dos días después se colocaron larvas de Helicoverpa gelotopoeon en los brotes, los cuales fueron aislados mediante cajas plásticas de la zona tratada. Los resultados fueron contundentes. Las plantas a las que solo se había mojado el tallo controlaron a las larvas que nunca tuvieron contacto directo con el producto y los folíolos en los que estaban no tuvieron nunca producto. Esto demuestra claramente el efecto sistémico y explica el porqué de la protección en hojas nuevas que no estaban presentes a la hora del tratamiento.
 
Habrá que ajustar dosis y mecanismos de aplicación para asegurar que las gotas con la concentración necesaria alcance los tallos, siendo el humectante una variable innegociable para asegurar la adherencia de las gotas. Conocer este mecanismo de control es importante en momentos en que se sospecha fuertemente la aparición en Argentina de una plaga que actúa muy parecido a la bolillera, la “oruga africana” o “bolillera brava”, Helicoverpa armigera, que el año anterior hizo estragos en todo Brasil.
 
La bolillera no pasa de moda… y parece que vienen nuevos modelos para la próxima temporada….
 
Ing. Agr. Daniel Igarzabal
(Asesor privador -Director L.I.D.E.R, Laboratorio de Investigación Desarrollo y Experimentación Regional. Sinsacate, Córdoba)

miércoles, 15 de enero de 2014

Vigencia y rol futuro de la Siembra directa

A partir de una nota de la revista RIA, el INTA elaboró un artículo en donde se hace foco en cada uno de los beneficios y desafíos de este sistema. Lo compartimos.
 
 
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Tapar el sol con una mano. Eso es pensar en incrementar la productividad agrícola sin tener en cuenta la presión que se genera sobre los recursos naturales. Según una nota de la nueva edición de la revista RIA –que estará disponible en pocos días más–, los procesos erosivos que se producen por efecto de la naturaleza y la intensificación agrícola afectan una cuarta parte de las tierras mundiales, lo que representa un reto para la agricultura.
 
Desde hace más de cuatro décadas, la siembra directa responde a ese desafío. “En la próxima década debemos producir alimentos en 10 millones de hectáreas adicionales para poder abastecer a la población creciente. Si se tiene en cuenta que las tierras fértiles están todas cultivadas y se tiene que avanzar sobre áreas con mayores riesgos de degradación, la fertilización y la siembra directa son herramientas aptas para atenuar los crecientes problemas de contaminación y deterioro de suelos, aguas y atmósfera”, explica el director del Instituto de Suelos del INTA, Miguel Taboada.
 
Adaptada en más del 70 por ciento de la agricultura argentina, la siembra directa (SD) es una técnica basada en el cultivo de la tierra sin arado previo. Así, no se remueven los rastrojos de los cultivos anteriores para asegurar una cobertura permanente del suelo y mejorar las condiciones físicas, químicas y biológicas del recurso.
 
Según estimaciones de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid), en esa vertiginosa carrera hacia otro tipo de agricultura se dejó atrás el sistema de arado milenario y se implementó esa técnica en alrededor de 90 millones de hectáreas a escala mundial, entre las cuales 45 millones se encuentran en América del Sur, la mitad en Argentina y la otra mitad distribuida entre Brasil, Paraguay y Uruguay.
 
Al evitar remover la tierra se garantiza una menor oxidación de la materia orgánica y una mayor estabilidad de los agregados del suelo; al conservar su bioporosidad, los canales generados por las lombrices y las raíces son más estables y permiten mayor ingreso de agua al perfil. Al mismo tiempo, la densa cobertura de rastrojos presente en la superficie protege al suelo del impacto de las gotas de lluvia, reduce el escurrimiento del agua y amplía el tiempo de permanencia sobre los residuos para una mejor infiltración.
 
Consultada por la Revista RIA, la especialista en suelos del INTA Paraná, Carolina Sasal, asegura que “la SD apareció como respuesta técnica al problema de degradación de los suelos laboreados y erosionados de la región pampeana y su amplia difusión respondió, fundamentalmente, a razones económicas como la reducción en el uso de combustibles fósiles y a su simplicidad operativa”. A pesar de que su aplicación mejoró las condiciones del suelo y permitió extender la frontera agrícola sobre tierras consideradas de baja aptitud agrícola, la solución no se agota allí.
 
El presidente de la Asociación Argentina de Ciencias del Suelo, José Luis Panigatti, considera que “no hay que pensar que la siembra directa es la panacea, ya que debe complementarse con un adecuado plan de rotaciones de cultivos, fertilización adecuada y darle al suelo la mayor combinación de elementos que permitan conservarlo, ya que de otra manera no se recupera”.
 
Diversificar para conservar
Desde principios de la década del 90 hubo un avance sostenido de la producción agrícola nacional pero con un marcado desbalance en la selección de cultivos: se produjo el desplazamiento de pasturas hacia zonas marginales y se incrementó la superficie destinada al cultivo de soja transgénica que, asociada a la SD, logró trascender la región pampeana hacia áreas marginales con suelos limitados para la agricultura tradicional.
 
Para los especialistas del INTA, la tendencia al monocultivo no brinda los beneficios ecológicos y agronómicos que aportan las rotaciones ya que “en el monocultivo de soja, hay baja cobertura de residuos en superficie, se reduce la cantidad de macroporos del suelo y su estabilidad. Eso favorece la formación de una estructura laminar que restringe el ingreso de agua al suelo y, en consecuencia, se registran pérdidas de agua por escurrimiento y del suelo por erosión”, explica Sasal.
 
De acuerdo con el director del Centro de Investigación de Recursos Naturales del INTA, Roberto Casas, la falta de cobertura anual del suelo con ese cultivo se debe a que “la soja aporta un rastrojo rico en nitrógeno que se descompone rápidamente y deja al suelo expuesto a la acción erosiva, lo que es preocupante porque se pierde, aproximadamente, un 0,1 por ciento de materia orgánica por cada centímetro de suelo degradado”.
 
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La siembra directa apareció como respuesta técnica al problema de degradación de los suelos laboreados y erosionados de la región pampeana.
 
En esa línea, Taboada, quien también es representante argentino en la Alianza Mundial del Suelo (ver recuadro), estima que el hecho de que la SD no sea adoptada de la misma forma en otros países podría deberse a que su práctica está asociada directamente con los efectos que produce el monocultivo de soja. Por eso, “es necesario diversificar los cultivos para poder defender este sistema, que es capaz de preservar nuestros suelos y que nos permite producir alimentos económicos y sustentables para una gran parte del mundo”, señala el especialista.
 
En este sentido, dado que los resultados de la SD y el impacto ambiental que se genera dependen de la secuencias de cultivos que se implemente, la rotación de cultivos es clave, ya que mejora el balance de los nutrientes y la materia orgánica en los suelos, el aprovechamiento del agua y tiene un efecto inhibitorio sobre diversos patógenos (plagas, malezas y enfermedades). Para Casas, en la labranza conservacionista “las pérdidas de suelo por erosión son inferiores a 2 toneladas por hectárea y por año, muy por debajo del máximo tolerable, que ronda las 10 toneladas por hectárea”.
 
Además, recomienda que la soja se alterne con cultivos de gramíneas (trigo, cebada, centeno o maíz) porque tienen un sistema radical que generan mejor calidad de la estructura del suelo en superficie.
 
Al suelo, lo que es del suelo
En la Argentina, los principales cultivos extraen unos 4 millones de toneladas de nutrientes por año y sólo se reponen 1,4 millones por fertilización.
 
Según Taboada, ese balance negativo afecta los rendimientos productivos ya que “por cada tonelada de soja que cosechamos extraemos siete kilos de nutrientes y si el nitrógeno no se toma de la atmósfera o no lo produce el suelo por mineralización, hay que reponerlo con fertilizantes”.
 
Con rotaciones adecuadas y una densa cobertura superficial de residuos vegetales se logra mayores rendimientos de los fertilizantes que son favorecidos por la cantidad del agua que circula por infiltración, una condición que le devuelve al suelo sus aptitudes naturales para filtrar y regular los ciclos y los nutrientes. Para contrarrestar los efectos del control mecánico de malezas en sistemas de labranza, la SD combina el control químico realizado con herbicidas de translocación no residuales aplicados con tecnología de precisión que, si se complementan con un manejo integrado de plagas, permite minimizar la presencia de compuestos químicos en la superficie del suelo.
 
A su vez, Sasal, explica a RIA que estudios realizados en la estación experimental del INTA Paraná demuestran que “con secuencias de cultivos que incluyan gramíneas, donde la mayor parte del año el suelo está cubierto por cultivos con raíces vivas, hay una mejora en la amortiguación del impacto de los rodados de los implementos agrícolas y en la conservación de la biodiversidad del suelo.
 
También hay menores pérdidas de agua por escurrimiento y, consecuentemente, se reduce la pérdida de nutrientes y plaguicidas”. En suelos donde hay pendientes pronunciadas y un elevado escurrimiento es necesario que “además de implementar prácticas para mejorar el ingreso de agua al suelo, se complemente la SD con prácticas de sistematización de tierras como la construcción de terrazas y otras medidas para conducir los excedentes hídricos”, indica la investigadora.
 
 
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Es necesario diversificar los cultivos para defender este sistema, que es capaz de preservar los suelos y que nos permite producir alimentos económicos y sustentables.
 
SD para ganar mercados
La Organización para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas (FAO) estima que en los próximos años, más del 80 por ciento de las ganancias de productividad tendrán que provenir de la intensificación agrícola.
 
Sin embargo, las prácticas que se utilicen para alcanzar ese objetivo deberán garantizar el uso responsable de los recursos, para lo cual la rotación de cultivos, el uso eficiente de herbicidas y fertilizantes y las prácticas innovadoras de agricultura de precisión serían una buena elección.
 
Para lograrlo, Casas, considera que el accionar de las instituciones y las políticas en la gestión de recursos naturales es primordial y ejemplifica: “En algunas zonas de la región pampeana, la modalidad de contratos de arrendamiento por varios años exige buena rotación de cultivos, fertilización y la realización de curvas de nivel para un buen control de la erosión”.
 
Por lo tanto, queda en evidencia la necesidad de promover la aplicación de la SD, combinada con buenas prácticas agrícolas, que nos permita estabilizar los sistemas de producción para ser más competitivos sin generar repercusiones negativas en los agroecosistemas.
 
Fuente: INTA Informa http://bit.ly/1ayALeD

jueves, 9 de enero de 2014

La sustentabilidad se construye entre todos

Martin Descalzo Souto, Gerente del Programa Agricultura Certificada, comparte la visión de Aapresid y los pilares fundamentales que deben estar siempre presentes.
 
En Argentina producimos alimentos en cantidad y calidad para un mundo en expansión. Un mundo que crece en población y en demanda de alimentos, no sólo en cantidad sino también en la calidad.
 
En gran parte del mundo la clase media está elevando su calidad de vida lo cual impacta en la composición de su dieta, ya que incorporan principalmente carne de pollo y cerdo, los cuales requieren de granos para su alimentación.
 
Sin duda que hay un tema pendiente muy significativo y urgente, una gran parte de la población mundial está por debajo de sus necesidades alimentarias y nutricionales, que requiere soluciones urgentes y escapa al alcance de esta nota.
 
Lo notable de esta Argentina que produce alimentos en cantidad y calidad, es que además lo hace de forma sustentable con un alto grado de performance. La producción sustentable con alto grado de performance esta dado por diversos motivos, entre ellos podemos destacar:
• productores abiertos a las tecnologías de insumos y de procesos.
• Investigación y desarrollo de insumos y tecnologías
• tendencia creciente a la asociatividad y al trabajo en red
• siembra directa
 
Hace 20 años teníamos en Argentina una agricultura en pleno proceso de cambios muy trascendentes: comenzaba a desarrollarse una agricultura que no requería mover el suelo para sembrar, con la que se logró reducir el uso de combustibles fósiles en un 40% respecto de la labranzas convencionales, también se redujeron las emisiones de gases de efecto invernadero, mejoró notablemente la eficiencia en el uso del agua, se redujeron los problemas de erosión hídrica y eólica, aumentó la actividad biológica y la fertilidad de los suelos, se logró ampliar las ventanas de siembra y cosecha.
 
En esos años se desarrollaron los conocimientos para aplicar la siembra directa a gran diversidad de ambientes, cultivos y situaciones. También se desarrollaron las tecnologías que acompañaron y la biotecnología que constituyo un pilar importante para manejar malezas y plagas con un nuevo paradigma productivo.
 
Imaginemos hoy nuestros campos sin siembra directa. La producción de los cultivos hubiera subido y bajado con la misma intensidad, tendríamos suelos erosionados y degradados de difícil recuperación.
 
Hoy la realidad indica que el 78,5% de la superficie agrícola argentina se encuentra en siembra directa, el aumento de la productividad agrícola argentina y la expansión de la frontera agrícola son resultados evidentes. Mucho se ha hecho y mucho es lo que queda pendiente de ser realizado.
 
Estamos mucho mejor que otros países pero seguimos hoy teniendo varios temas pendientes para poder hablar de sustentabilidad con mayúsculas. Por ello es pertinente comenzar a enfocarnos en los cambios que debemos gestar de cara a un futuro cercano.
 
Desde el programa de Agricultura certificada de Aapresid proponemos un sistema de producción y de gestión del negocio agropecuario que se enfoca en los tres ejes de la sustentabilidad: los aspectos económicos, sociales y ambientales que son los pilares de la responsabilidad social empresaria. No solo es necesario hacer las cosas bien sino también dar prueba de ello, el esquema es auditado por entes acreditados que emiten el certificado correspondiente, en caso de cumplir con el protocolo de Ac.
 
Agricultura certificada (Ac) es una herramienta que se apoya en Buenas prácticas empresariales, un sistema de gestión de calidad y una serie de indicadores de salud de suelo y de eficiencia de uso de combustibles y uso de agua. La implementación de esta certificación aporta a la eficiencia empresarial y demuestran el compromiso con el ambiente y la sociedad, van más allá de cualquier precio diferencial, el valor está en el esquema en sí mismo.
 
Cuando hablamos de Buenas prácticas Empresariales nos referimos a las buenas prácticas agrícolas, laborales y ambientales. De esta manera dentro de las buenas prácticas agrícolas, incluimos 5 aspectos clave:
1- Siembra directa y el manejo de la cobertura del suelo. En relación a este aspecto, de acuerdo a estimaciones realizadas por Aapresid, el 78,5% de la superficie agrícola se siembra con siembra directa, lo cual es muy bueno pero es mejorable en términos del grado de cobertura del suelo, tema estrechamente ligado con el siguiente punto. Esta primera práctica es fundamental si consideramos el suelo como recurso escaso y de altísimo impacto en la productividad de los cultivos.
 
2- Rotación de cultivos. La misma propone esquemas con diversidad de cultivos en la secuencia agrícola. Un punto importante que deberíamos mejorar es la relación entre gramíneas y soja, la actual relación es desfavorable a las gramíneas lo cual se traduce en menor cobertura de suelo. Asimismo la diversidad de cultivos en la rotación también implica rotar principios activos y alcanzar una menor incidencia de plagas y enfermedades.
 
3- Nutrición balanceada de cultivos. Esta sugiere un criterio de reposición de nutrientes, y si bien los niveles de uso de fertilizantes han subido significativamente los últimos 10 años, no son los deseables para que se repongan los nutrientes que se extraen en las cosechas. Este es otro punto donde hay mucho camino por recorrer, hoy en argentina a nivel general no se está fertilizando en relación a los rindes que se obtienen, ello se traduce en una merma en los niveles de fertilidad de los suelos. Las condiciones actuales del negocio hacen que sea difícil aplicar todo el fertilizante requerido para la nutrición balanceada, el alto grado de campos alquilados y la relación insumo producto suelen ser algunos motivos que lo explican.
 
4- Manejo integrado de plagas. Aquí se platea un seguimiento de los cultivos evaluando las plagas y sus predadores, a fin de aplicar fitosanitarios de acuerdo a los umbrales recomendados y las condiciones del cultivo. Contemplar esta práctica es clave para minimizar el uso de fitosanitarios y maximizar los controles naturales de plagas.
 
5- Uso eficiente y responsable de fitosanitarios. La misma plantea la correcta elección del producto a utilizar de acuerdo a la necesidad a resolver, la regulación del equipo pulverizador, la adecuada capacitación del operario a cargo de la aplicación, el uso de los elementos de protección recomendados y cumplir con la reglamentación vigente. También es clave que la aplicación se realice cuando las condiciones meteorológicas sean adecuadas para optimizar la calidad de la aplicación y que los principios activos lleguen al cultivo, minimizando las derivas y la evaporación.
 
Otro de los aspectos relacionados a esta buena práctica es el tratamiento de envases vacíos de fitosanitarios, los cuales deben lavarse e inutilizarse. Las buenas prácticas laborales se apoyan en la adecuada capacitación del personal en temas de seguridad de higiene, la utilización de elementos de seguridad y el cumplimiento de las normativas vigentes.
 
Las buenas prácticas ambientales se enfocan en la protección de los recursos hídricos y la protección de las áreas de alto valor de conservación.
 
En relación al sistema de gestión de calidad, el mismo propone contemplar la producción como un proceso en donde se documenten y registren las actividades, se apunten los desvíos y a partir de un análisis periódico se pueda realizar una mejora continua. El principal impacto de este sistema de gestión de calidad esta dado en la eficiencia y en el control de las diversas áreas de ejecución.
 
Finalmente los indicadores son referencias para medir objetivamente la evolución en la salud del suelo (fertilidad física y química) estrechamente relacionados con las buenas prácticas mencionadas.
 
Ventajas de un nuevo enfoque
Quienes adoptaron la certificación de Ac mencionan una serie de beneficios como la optimización en la gestión de la información, mejoras en seguridad e higiene, mayor compromiso de la dirección y de los empleados, ventajas competitivas para acceder a negocios concretos y mejoras en la relación con la comunidad.
 
AC aporta al productor una visión nueva y diferente, alejándolo del concepto de productor primario o agropecuario para acercarlo a una visión de empresa, sin importar el tamaño o la ubicación geográfica.
 
Desde Aapresid creemos que estas pautas propuestas son un camino posible para producir alimentos en cantidad y calidad con sustentabilidad. Porque sembrar directamente no es suficiente, la SD debe ser concebida dentro de un sistema, no simplemente como la forma en la que colocamos la semilla en el surco. Y ese sistema debe plantear una siembra directa continua donde la estructura del suelo recupere su condición natural y en el marco de Buenas Prácticas empresariales (Agrícolas, laborales y sociales) que permitan un desarrollo del agro estrechamente vinculado con toda la sociedad.
 
Es sumamente necesario contar con profesionales capacitados en estos temas e integrados, es por ello que incluimos en nuestras actividades la constante capacitación de Ingenieros y técnicos agrónomos con el objetivo de contactarlos con aquellos productores que se decidan a comenzar el proceso de implementación de Ac.
 
El accionar de Aapresid a través de sus grupos regionales, investigación y desarrollo a través del sistema chacras y con una visión prospectiva continua trabajando en pos de una agricultura productiva, sustentable e integrada con la comunidad.
 
La sustentabilidad se construye entre todos, quienes pertenecemos a esta comunidad agroindustrial debemos considerar y comprometer a todos los públicos de interés a sumar conocimientos, experiencias y ganas de hacerla realidad desde el espacio donde cada uno realiza su actividad.
 
Fuente: AC