miércoles, 15 de julio de 2009

Lucha silenciosa contra el hambre en Africa

El otro Buffett echa raíces en Africa

Al concluir una reunión con agricultores en Fufuo, Ghana, Howard Buffett se paró y ofreció un apretón de manos, al estilo africano. Extendió su brazo derecho, marcado por una cicatriz de una mordedura de chita, y luego se lanzó a tronar los dedos y golpear las palmas.

El segundo de tres hijos de Warren Buffett es un agricultor de soya y maíz nada pretencioso en Illinois. Pero en los últimos cuatro años, ha jugado un papel tras bambalinas en la guerra global contra el hambre. Tras recibir una pequeña porción de la fortuna de su padre para fines filantrópicos, pasa gran parte del año viajando por Africa, experimentando con ideas para ayudar a agricultores pobres a producir los cultivos suficientes para alimentar a sus familias y así disminuir la escasez de alimentos en el continente. Su fundación destinará alrededor de US$ 38 millones este año para, entre otras causas, desarrollar una batata resistente a las enfermedades, alentar a cazadores furtivos a que dejen esa actividad para dedicarse a la agricultura, otorgar microcréditos y ayudar a los agricultores a vender sus cultivos a programas de alivio del hambre de las Naciones Unidas. El que probablemente sea su proyecto más ambicioso les daría a los cultivadores de maíz africanos acceso sin aranceles a biotecnología de Monsanto para cosechas resistentes a las sequías.

La decisión que tomó Warren Buffett, dueño del holding Berkshire Hathaway, en 2006 de destinar no más que una fracción de su fortuna entonces de unos US$ 40.000 millones a las fundaciones de sus hijos, ha puesto a Howard en su inusual camino. El famoso inversionista se opone a las grandes herencias; afirma que éstas consienten a la segunda generación y concentran riqueza. Cada uno de sus hijos recibe una donación anual de acciones de Berk­shire Hathaway, que se disminuye cada año, para sus fundaciones de caridad.

Cuando Howard, de 54 años, tenía 23 años vendió algunas acciones de su abuelo para comprar una excavadora y comenzar un negocio de ese ramo. Lo que realmente quería hacer era agricultura, pero no tenía el dinero. Su padre accedió a comprar una modesta granja en Nebraska, pero, al clásico estilo Buffett, le cobró un alquiler a tasas de mercado.

Años más tarde, Howard ingresó en el directorio de Archer-Daniels-Midland Co., el gigante de procesamiento de granos de Illinois. Luego se convirtió en subdirector corporativo, un puesto que le dio una perspectiva global sobre la agricultura a medida que comenzó a comprar tierra para una granja en Illinois. En 1995, dejó esa empresa y se unió al fabricante de contenedores de granos de acero GSI Group. Pronto viajó a SudAfrica para hacer negocios con sus principales cultivadores de granos.

Su interés en combatir la pobreza global surgió a raíz de su pasatiempo de tomar fotografías en aquellos viajes de negocios a Africa. Cuando tomaba fotos de antílopes y cebras en migración en 2000 desde un avión, vio marcas en el suelo donde granjeros pobres habían usado fuego para limpiar tierra que necesitaban con desesperación. Howard se dio cuenta de que no podía proteger el medioambiente de Africa sin antes combatir su escasez de alimentos.

"Fue una epifanía para mí: quienes tienen hambre no pueden preocuparse por la conservación. Me di cuenta de que no se puede salvar al medioambiente si no se le da a la gente una oportunidad de alimentarse mejor".

La muerte de su madre, Susan Buffett, a causa de un derrame cerebral en 2004, ayudó a cristalizar su foco en los pobres. También le dio los medios para marcar una diferencia. La muerte de Susan a los 72 años obligó a Warren Buffett a decidir cómo comenzar a dividir su fortuna. Acordó donar la mayor parte de sus acciones de Berkshire a la Fundación Bill y Melinda Gates.

Además, les prometió a las fundaciones de cada uno de sus tres hijos donaciones anuales de acciones que inicialmente valían US$ 50 millones. Para Howard, la donación significó que la Fundación Howard G. Buffett, de la cual no cobra un sueldo, podría aumentar su gasto anual por lo menos ocho veces.

Estaba decidido que Howard y sus dos hermanos verían cómo la fortuna de la familia se donaba en lugar de conservarla para gastarla en ellos mismos. Su padre, que vive modestamente en Omaha, ha afirmado públicamente que le hace poco bien a la sociedad cuando los hijos heredan una gran riqueza por mérito de una "lotería de los ovarios". El efecto multiplicador es mucho más poderoso, según este razonamiento, si las fortunas se usan para ayudar a los menos afortunados más que para amamantar una descendencia de herederos. De su hijo Howard ha dicho que "tiene mi dinero y el corazón de su madre".

Con un pie en la agricultura de Estados Unidos y el otro en Africa, Buffett ha desarrollado su visión para la agricultura africana. Cuando los precios del petróleo son tan volátiles, piensa que pocos agricultores de aldeas africanas deberían usar la misma clase de alta tecnología que él usa en Illinois. Una granja típica en EE.UU. del estilo de la de Buffett representa una inversión de millones de dólares.

Buffett cree que lograr que Africa se alimente a sí misma es mucho más complicado de lo que fue en Asia en las décadas del 60 y 70. La geografía de Africa es tan diversa que su población debe depender de mucho más que dos cultivos para obtener las calorías que necesita. Muchos de los granjeros de Africa son más pobres, menos educados e incluso más aislados de infraestructura como caminos y sistemas de irrigación que los de Asia en aquel momento.

Así que Buffett busca formas de ayudar a que los agricultores africanos aumenten sus cosechas sin elevar sus costos, de allí proviene su interés en desarrollar plantas que resistan enfermedades y sequías.

Para hacer lobby a favor de Africa, Buffett invita a políticos, científicos, artistas y ejecutivos corporativos a que se suban a la parte trasera de su tractor en Illinois, donde obtiene toda su atención mientras navega por campos de maíz y soya con tecnología de GPS. Una de las pocas personas a las que les ha permitido conducir su cosechadora, que vale cientos de miles de dólares, es la cantante colombiana Shakira, que tiene una fundación para la educación.

Es difícil medir el impacto de la fundación de Howard Buffett, algo que él mismo admite. Buffett realiza la mayor parte del trabajo de encontrar y visitar proyectos. Emplea a ocho personas, más que nada en roles administrativos. Una persona trabaja desde Sudafrica y supervisa investigaciones en las más de 2400 hectáreas de tierras que Buffett tiene en las afueras de Johannesburgo. Fue allí, en una reserva para preservar vida silvestre, donde lo mordió una chita.

Buffett calcula que los proyectos de la fundación han ayudado a alrededor de 1,5 millones de africanos hasta ahora. Espera que el trabajo para desarrollar cultivos que apoya eventualmente ayude a millones de granjeros africanos más a alimentar a sus familias.

Por primera vez desde principios de los 70, la prevalencia del hambre está aumentando en el mundo. "Los problemas son enormes", dice.

Por Scott Kilman y Roger Thurow
Publicado en Diario La Nación el 2 de Julio de 2009

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