Con una nutrida concurrencia de técnicos y asesores, Nidera llevó
a cabo un encuentro de actualización sobre el cereal en las dos
localidades santafesinas. En el aula, los especialistas se explayaron
sobre el manejo de los cultivos de invierno, mientras que en el campo
experimental El Recuerdo, se puedo ver la “cocina” del programa de
mejoramiento. Los asistentes remarcaron la importancia del cultivo en la
rotación.
A pesar de todas las dificultades, el trigo tiene sus seguidores que
mantienen alta su apuesta en el cultivo. Tal podría ser una de las
conclusiones del Tour Técnico Baguette, llevado a cabo por Nidera la
semana pasada en las localidades santafesinas de Melincué y Venado
Tuerto. Desde la genética que ofrece la empresa, pasando por la
nutrición, la comparación de su manejo respecto del de la cebada, y
hasta un paréntesis para hablar de las Súper Sojas BT que estarán
disponibles para la zona en 2014, las dos jornadas –la primera en el
auditorio del Hotel Melincué y la segunda en el campo experimental El
Recuerdo– propusieron un recorrido por todos los temas más importantes
para el cereal, y fueron un llamado de atención para no flaquear con la
tecnología para este cultivo, indispensable en la rotación.
Nidera mantiene fuertemente la inversión en el cultivo. El Programa
de Mejoramiento de la compañía data del año 1997. Ya en 1999, la empresa
lanzaba al mercado el revolucionario Baguette 10, una línea de
materiales que vendrían a cambiar la realidad del cultivo en el lote.
“Actualmente, del 30 al 40% de las variedades de trigo que se venden en
Argentina, tienen como progenitor a esta variedad”, destacó el
coordinador del programa de investigación en trigo de Nidera, Gustavo
Vrdoljak. Hoy el programa cuenta con un portfolio de más de 10
materiales adaptados a las distintas regiones trigueras del país,
combinando un rinde de la genética francesa con la adaptabilidad de la
sangre argentina.
En la recorrida del campo experimental El Recuerdo –donde se prueban
los materiales adaptados a esta zona- Nidera abrió la puerta de su
cocina. Vrdoljak guió a un grupo de productores y técnicos por ensayos
experimentales y fenológicos de líneas de Nidera. “Hemos comprobado que
es necesario hacer 4 o 5 años de ensayos internos para luego liberar
cada variedad al mercado, lo que nos permite tener datos sólidos y en
cantidad para brindar a los clientes”, argumentó.
Uno de los principales objetivos actuales, según Vrdoljak, es
encontrar una solución para fusarium, algo que la empresa lleva a cabo
con ayuda de la selección asistida por marcadores moleculares. “Sin
embargo, para acelerar el proceso, sería necesario establecer un
consorcio privado-público para avanzar con el problema, como existe en
otros países. Y si bien nadie cuenta con materiales tolerantes a
fusarium, hemos logrado un gran avance el año pasado –aunque falta
confirmar fuentes–, ya que descubrimos algunas variedades tolerantes”,
contó.
En particular, entre los materiales menos susceptibilidad a fusarium,
Vrdoljak sostuvo que el Baguette 11 y el Baguette 19 serían las mejores
opciones, pero aclaró que si lo que se busca es un equilibrio entre
rendimiento y menor susceptibilidad a la enfermedad, el Baguette 601
sería lo recomendable. “Creo que en un mínimo de 3 o 4 años, pueden
llegar a liberarse variedades tolerantes a fusarium que tengan buen
potencial de rinde y tolerancia”, aventuró el técnico.
Durante la recorrida por el campo, el gerente de autógamas de la
empresa, Claudio Santanna, destacó que “el producto insignia es el
Baguette 601, pero también se destaca el Baguette Premium 11, que fue el
que mejor comportamiento mostró a fusarium, y Baguette 9 entre los
cortos. También Baguette 501, Baguette 701 y Baguette 17. En ciclos
largos, se destacan Baguette 31, Baguette 801 Premium y Baguette 802”,
contó.
“Tenemos una paleta muy importante de productos, y a pesar de la
coyuntura de las campañas pasadas, seguimos invirtiendo mucho en el
trigo, porque nos parece importante seguir apostando a un cultivo que
es significativo para para el país”, agregó Santanna.
Por último, señaló la importancia del Tratamiento Profesional de
Semillas (TPS), tecnología que ofrece la posibilidad de contar con una
semilla de última generación lista para sembrar. “Hay que destacar que
toda la genética que ofrecemos va de la mano y está respaldada por la
mejor tecnología”, finalizó.
Manejo y nutrición
En la jornada previa a la recorrida, Daniel Miralles, de la Facultad
de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires, se ocupó de brindar las
pautas de manejo que permiten sacarle todo el jugo al cultivo. En primer
lugar realizó una comparación con la cebada. El experto resaltó la
importancia de conocer la fenología de cada cultivo: “dónde se adapta un
cultivar, evitar el riesgo de heladas, posicionar el período crítico en
las condiciones más favorables, evitar o reducir el riesgo de altas
temperaturas en dicha etapa y reducir las probabilidades de anegamientos
en los períodos más sensibles”. El especialista puntualizó que la
duración de cada una de las etapas del cultivo se encuentra afectada por
la temperatura, el fotoperíodo y la vernalización.
Miralles remarcó también la necesidad de conocer los requerimientos
de cada cultivar, y ejemplificó: “El trigo define muy tempranamente el
largo de la espiga, algo que no ocurre con cebada. Cuando uno mira una
espiga de cebada, se ve que llega hasta la última espiguilla, pero eso
no quiere decir que todas las espiguillas que uno ve se hayan
establecido. Alrededor de un 30 a 40% de espiguillas se mueren en
cebada, es algo que no se ve, pero ocurre”.
En cuanto a la fertilización, Miralles indicó que la cebada tiene
una mayor eficiencia en uso de nitrógeno que el trigo, pero que a su vez
es más sensible al vuelco en casos de que se le apliquen grandes dosis.
Destacó también la interacción del nitrógeno y el azufre: “Cuando
tenemos azufre, y a una misma disponibilidad de nitrógeno, la cebada lo
absorbe mucho mejor, aunque lo transforma de la misma manera”.
También señaló una diferencia en cuanto a la capacidad de macollaje:
mientras que en el trigo se produce un macollo por cada hoja, la cebada
tiene un 50% de probabilidad de producir más macollos por hoja.
A su turno, Marcelo Palese presentó los bioactivadores de Nidera, a
los cuales definió como “una nueva generación en nutrición defensiva”.
Compuestos por aminoácidos, materia orgánica, vitaminas, polisacáridos y
una combinación de micronutrientes, los bioactivadores promueven el
equilibrio hormonal de la planta y alteran varios procesos metabólicos
de la misma, acelerando los ritmos de absorción de los nutrientes.
“Lo que se busca con este producto es aislar el microambiente en que
está inserta la planta, y generar las condiciones más próximas a las
ideales para que pueda tomar los nutrientes. Esto permite minimizar el
impacto que tienen en la planta, especialmente, las condiciones de
estrés”, explicó.
El técnico de Nidera habló sobre el Nutridor S, para el uso en
semilla. “Es como darle Nestum en el tegumento de la semilla”, definió,
para luego explicar: “Estimula el desarrollo radicular, brinda una
resistencia al estrés hídrico superior, mayor absorción de agua y
nutrientes, resistencia a salinidad de fertilizantes de base, entre
otros beneficios”. Del Nutridor L, destacó la propiedad de otorgar mayor
tolerancia a condiciones de stress por fototoxicidad; mientras que al
referirse al Nutridor K, sostuvo que aumenta los tenores de proteína,
aceite y azucares en el tranco, además de incrementar el tamaño y peso
específico de los granos. “Las mayores ventajas están al trabajar con
todos juntos”, puntualizó.
Qué dicen los productores
Daniel Peretti es gerente de producción de la empresa MSU, que
produce trigo, soja, maíz, girasol y algodón en campos arrendados de
zonas de la Pampa Húmeda, Litoral, Sudeste, NEA y NOA. Peretti, uno de
los 40 asistentes al tour, afirmó que respecto del año pasado la firma
aumentó en un 100% el área de trigo y cebada, llegando a las 22.000
hectáreas. “Es una necesidad en nuestros planteos encontrarle una
ubicación al trigo, dentro de un porcentaje que nos permita seguir la
rotación con maíz y soja, porque por poco que se abandone cualquiera de
esos tres componentes, luego se pagan las consecuencias en los años
siguientes”, resaltó.
Algo similar planteó Lorena Santacroce, representante técnica de la
firma Adeco Agropecuaria: “A pesar de que en la actualidad el número que
se planifica al comienzo de una campaña pueda cambiar totalmente cuando
llega el final, no se va a dejar de hacer trigo en el país, porque la
zona núcleo tiene una rotación establecida, y debería pasar algo muy
drástico para que se deje de hacer de esa forma”. Este año la empresa
sembró unas 20.000 hectáreas, una superficie algo menor a la del año
pasado debido a la falta de humedad a la siembra en las regiones del
norte del país, mientras que en la zona núcleo mantuvo la misma
superficie.
En ambos casos, afirmaron que para las zonas donde se puede apostar
por los mejores rendimientos, el paquete tecnológico utilizado fue
importante. “En la zona triguera del sur, la genética que implantamos es
toda de Nidera, y se hizo tanto trigo como cebada. Fertilizamos con un
paquete importante de nitrógeno y fósforo, y aplicamos fungicidas. En
Venado Tuerto y General Villegas, utilizamos distintas variedades
Baguette y fertilizamos con fósforo, nitrógeno y azufre. Los fungicidas
los manejamos en función de las enfermedades que había, y hubo zonas
donde no se aplicaron, porque las enfermedades aparecieron tarde, cuando
los granos ya estaban formados”, detalló Santacroce.
“En el caso del norte, hacemos trigo por la cobertura y la rotación
principalmente, y por eso se hace con poca tecnología, es decir, semilla
y herbicida en la siembra. Por último, en Corrientes, se necesita un
poco más de tecnología, porque los suelos son muy deficientes, y si no
se aporta algo, el cultivo no se desarrolla. Así que ahí pusimos un
arrancador de fósforo y potasio, y nitrógeno”, añadió.
Por su parte, Peretti contó que la empresa es rigurosa en los
planteos técnicos, por lo que “atendemos a los distintos eslabones del
cultivo en cuanto a barbecho, la nutrición nitrogenada y fosforada, y
también la azufrada. Hacemos un buen control de malezas, incluyendo los
repasos invernales, para no tener ninguna sorpresa con malezas
problemáticas, como la rama negra en Entre Ríos”, relató. “En cuanto a
lo sanitario, se atiende monitoreando de acuerdo a los requerimientos de
cada variedad, y manteniéndonos alerta todos los miembros del grupo de
trabajo”, agregó.
Haciendo un balance del encuentro en el contexto que vive el trigo en
el país, el hombre de MSU afirmó que “dentro de la empresa yo defiendo
mucho al trigo, porque en Argentina estamos haciendo básicamente tres
cultivos: trigo, soja y maíz, a los que se les puede agregar el girasol
en el oeste; y si no planteamos esa biodiversidad en forma equilibrada,
pueden acelerarse los problemas de malezas, plagas, enfermedades de todo
tipo, o los problemas nutricionales y de condiciones de implantación de
los cultivos. Por todo esto, pienso que las estrategias basadas en un
buen balance de las distintas herramientas que tenemos a mano, son
fundamentales”.
Fuente: SAVIA Comunicacion