En tiempos de variabilidad climática e intensificación productiva, el forraje es la clave de los planteos de carne y leche. En Sunchales, Experiencia Forrajera recorrió todos los temas vinculados a la calidad de las reservas, el manejo de los verdeos de invierno y la alfalfa, y el mejor aprovechamiento de la maquinaria. La próxima cita es el 28 de noviembre en Ameghino.
El 7 de noviembre, CLAAS y Forratec llevaron su Experiencia Forrajera a
Sunchales, Santa Fe, una de las principales cuencas lecheras del país. Allí, sobre
la ruta 34, productores, técnicos y contratistas pudieron vivir una jornada de
actualización de la mano de los principales especialistas en tecnologías para
la producción de reservas forrajeras.
Esta
oportunidad única, que tendrá una nueva versión el próximo 28 de noviembre en
Ruta 188, km
308, de Florentino Ameghino, Buenos Aires, se ha convertido en el espacio donde
toda la cadena de carne y leche puede sacarse las dudas y obtener las
recomendaciones necesarias para enfrentar los desafíos que presentan estos
tiempos.
En
Sunchales, desde temprano a la mañana, Francisco Candioti, de Cooperativa Sancor, comenzó refiriéndose a la profesionalización de la gestión de los tambos.
Como ejemplo, dijo que las empresas tamberas ya no son simples autos que hay
que conducir sino aviones con complejos tableros que interpretar y que demandan
avezados pilotos. “Las explotaciones ofrecen una cantidad de información que es
necesario poder entender para mejorar el negocio”, reflexionó.
¿Qué es la gestión? Tomar
datos, aplicar métodos de procesamiento, analizar indicadores que permitirán
tomar decisiones para luego ser ejecutadas en un plan. “Lo importante es
alcanzar los objetivos. Para eso tenemos que definirlos. Llevar adelante una
gestión eficiente implica tomar decisiones, abrir la cabeza, tener la actitud
necesaria y contar con un apoyo en el proceso”, aseguró Candioti. Para brindar
este apoyo, la Cooperativa Sancor desarrolló un programa de desarrollo
tecnológico que es gratis para sus socios.
Silaje
de calidad
A continuación, el asesor
privado Gustavo Clemente puso foco en un tema vital: lograr silajes de calidad.
“El ensilado implica alcanzar una atmósfera controlada. Cuanto más rápido
consumamos el oxígeno, mejor será la calidad y menor el proceso de pérdida”,
dijo al grupo de productores que siguió con atención. “Hay silos que han
permanecido con buena calidad por miles de años. Es posible siempre y cuando no
se le modifiquen las condiciones”, ejemplificó.
“Cuando el silo se
comienza a suministrar, es el oxígeno el que vuelve a tener importancia. La
materia seca es la variable por excelencia, le sigue la densidad, el nivel de
sustrato y la población de bacterias que la convierten en ácido láctico”,
enumeró Clemente.
El asesor anunció que, según
los relevamientos, existen 10 a 12 puntos de diferencia de materia seca entre
un silo de calidad de otro que no lo es. “Apenas 3 o 4 puntos en el contenido
de materia seca cambian radicalmente la calidad de almacenaje. La otra variable
es la densidad que va a definir el intercambio gaseoso con el medio que va a
determinar la tasa en que se mueve el aire en el silo y la velocidad del
deterioro. En todo esto influye la densidad, el estado de maduración del
forraje, el tamaño del picado, la estructura de almacenaje, la tasa de cosecha
y el peso del tractor en el pisado. Por último, el contenido de grano impacta
en la densidad y por supuesto en la calidad”, expresó.
“Hoy, la línea de leche no
es un buen medio para determinar el momento de picado. Es necesario medir con
precisión el contenido de materia seca para determinar el momento de corte. Esto
se debe al cambio en los híbridos”, puntualizó Clemente.
Manejo
en el lote
A campo, una de las
paradas tuvo como eje los verdeos de invierno. Delante de una parcela sembrada
con cebada, los productores pudieron escuchar a Diego Arroyo, de Forratec, que
insistió en la necesidad de tomar como punto de partida el uso que tendrán los
verdeos.
Además de tener en cuenta
que se trata de cultivos que necesitan buena disponibilidad de agua, por lo que
una adecuada rotación y control de malezas resulta clave, el técnico recomendó utilizar
densidades de siembra que permitan lograr 250/300 plantas por m2, para lo cual
hacen falta de 25 a 30 kg/ha de semilla. Para alcanzar similares resultados en
avena son necesarios entre 90 a 100 kg/ha de semilla.
“En la zona, los raygrass
se están usando mucho para silos de planta entera, con 8 a 10000 kg de MS de
rendimiento”, puntualizó Arroyo y recordó que los verdeos de invierno responden
bien a la fertilización nitrogenada.
En la misma parada estuvo Darío
Colombatto, nutricionista de la UBA y e investigador del Conicet. Su tema fue
la “Inserción de los silajes de invierno en el tambo”.
“El silo es una
herramienta y no un fin en sí mismo. Hoy estamos haciendo el silo de cebada y al
mimos tiempo estamos sembrando el maíz. Mi recomendación es trabajar la
integración anual de las reservas forrajeras”, dijo Colombatto.
“Hay dos estaciones de
confección de silo, con diferentes costos, pero que deben ser evaluadas desde
el valor que tiene poder dormir tranquilos. Más que nada en tiempos de
complicaciones climáticas”, agregó.
Los silajes de invierno
son una herramienta dentro del sistema. Permiten tener un encaje forrajero y
disminuir el riesgo. “En el sudeste de Buenos Aires tenemos tres estaciones de
silo: avena temprana, cebada y sorgo”, anunció.
Por último, Colombatto
recordó: “En términos de calidad hay que cuidar la digestibilidad de la fibra. La
inoculación es más importante en los silos de invierno que en los de verano. Y
los silajes de cebada no son nuevos, los alemanes lo hacen desde hace 100 años.
No olvidemos que se trata de una herramienta muy válida para la diversificación
y la estabilidad productiva”.
La alfalfa también tuvo su
parada a la vera de una serie de ensayos. Darío Yenerich, de Forratec, dijo
algo que aunque sabido, resulta clave: “1 kg de MS de alfalfa que come la vaca es
un litro de leche”. Su aporte en la producción es fundamental, de allí la
necesidad de conducir un buen cultivo.
Así surgieron las
recomendaciones: “la forrajera tiene que producirse en un lote excelente. Hay
que evaluar el cultivo antecesor y no hacer un maíz para silo como cultivo
antecesor porque le deja el lote sin agua”.
Habitualmente se logran 5
a 7 tn/MS/ha de alfalfa cuando el potencial es de 15 tn/ha. “Hay que
seleccionar las variedades de acuerdo al objetivo, analizar la cantidad de
hojas y sembrar semilla certificada, porque la bolsa blanca tiene impurezas,
aunque sea un 3%, son malezas que luego van a competir en el lote”, dijo
Yenerich.
La eficiencia de
implantación en la Argentina ronda el 70%. Este es un dato importante porque
define el cultivo con el que se va a contar. “Recomendamos 350 plantas por
hectárea. Esto hace que dure más la alfalfa y aporte mayor producción. Con 18 a
20 kg/m2 de semillas la diferencia de producción es altísima”, apuntó al tiempo
que recordó que la siembra de otoño es la mejor para alfalfa, cuando se siembra
en primavera la planta no alcanza a echar raíz.
“Recomendamos unas 20 ppm
de fósforo para arrancar bien. Con 15 tn/ha van a encontrar una cantidad de
leche que no lo van a poder creer. Más alfalfa, más litros de leche. Una de las
tendencias de quienes hacen bien el cultivo es vender forraje a los vecinos o
hacer menos superficie pero ganar en rendimiento por hectárea”, concluyó.
En la misma parada estuvo Miriam
Gallardo, nutricionista de INTA Castelar. Su tema fue el manejo de la alfalfa.
De ahí que recomendó, por ejemplo, hacer pastoreos nocturnos, después de las 19
horas, porque los animales consumen más.
De acuerdo a su
experiencia, el porcentaje de aprovechamiento de la alfalfa no llega al 60% de
la biomasa total producida anualmente, en contraste con el 75-80% que sería un
rango deseable, y alcanzable, para mayor eficiencia biológica y económica.
“Solamente a través de
dietas equilibradas y controladas en el suministro, se pueden minimizar las
pérdidas de nutrientes en alfalfa y de ese modo, disminuir los costos de
alimentación, aumentando el beneficio marginal por unidad de alimento
suministrado. Una premisa clave en nutrición es que con forrajes de alta
calidad, utilizados con alta eficiencia, la dependencia del uso de
concentrados, un insumo normalmente costoso, es menor”, dijo Gallardo.
Y puntualizó: “Durante los
períodos de crecimiento activo del forraje, la práctica del “green chop” o pasto
picado y suministrado fresco en comederos incrementa la eficiencia de cosecha. Por
otro lado, el suministro de alfalfa directamente en el potrero, en andanas, con
o sin oreo previo, es una práctica sencilla muy utilizada en alfalfa para
mejorar el aprovechamiento y evitar el empaste, con buenos resultados
biológicos y económicos cuando se aplica adecuadamente. La henificación; el
ensilaje; el henolaje y la deshidratación (para la confección de pellets y
cubos), son todas alternativas válidas para agregar valor a esta
forrajera, preservando biomasa de alta
calidad durante largos períodos de tiempo”.
Fierros
en acción
Por la tarde, en el ciclo dinámicas
a campo, los asistentes pudieron participar de la “Confección de heno en
verdeos de invierno”, a cargo de Marcos Formica, de Mainero, que explicó las
bondades de una rotoenfardadora 5885, con recolector de ancho extendido de 1.94
m, que permite trabajar con rastrojos livianos y muy voluminosos.
También hizo su trabajo
una segadora acondicionadora 6060 de Mainero y luego el disco 3900 de CLAAS. Las
demostraciones de maquinaria también incluyeron el accionar del modelo de
hilerado Liner 3100 de CLAAS y la picadora Jaguar 960 que hizo lo suyo con un
cabezal Direct
Disc 610 y luego con el Pick up 300. Los equipos de
picado presentados por CLAAS cuentan con la última tecnología mundial para este
trabajo. Además disponen de características únicas como el sistema de mando
directo que permite ahorros en el consumo de combustible y una gran capacidad
de trabajo, de 300 tn de materia verde por hora.
José Costamagna, de CLAAS,
fue el encargado de presentar los equipos de la compañía. Ante el picado de
cebada, el técnico subrayó que la implantación de cereales de invierno
“permiten acumular un tercio de los planteos forrajeros que el productor
necesita”. Además, recordó que todas las maquinas tienen sistema de
inoculación, lo que acelera la calidad láctica para un mejor forraje”.
En el campo de Sunchales
también estuvo Metalfor, asesorando sobre la correcta regulación de la máquina
pulverizadora.
“Revisando a campo el silo
y heno guardado” fue el tema que retomó Gustavo Clemente ante un silo de
raygrass puesto para su visualización. El asesor analizó la calidad del
material utilizando un separador de partículas que permite evaluar el tamaño
del picado.
Al cierre, “La importancia
de planificar reservas para todo el año”. Patricio Aguirre Saravia, presidente
de la Cámara Argentina de Contratistas Forrajeros, insistió en que hay que
marcarle las pautas al contratista de lo que se quiere hacer y exigirle en
función de eso. “Llevo 30 campañas y puedo asegurar que no hay dos iguales”,
dijo. El dato: en 2004 se procesaban 310 mil hectáreas para silaje de maíz y
sorgo. En 2011 fueron 1.600.000 hectáreas.
“El trabajo de la
confección de reservas forrajeras es clave y debe ser realizado entre ambas
partes. Cuando el contratista se va es cuando comienza su evaluación. Hoy hay
NIR’s para evaluar el silo al pie”, expresó el contratista de Carlos Casares.
El forraje de cada año se
define el año anterior. Hoy, un productor que no tiene resuelto el alimento
para el próximo año y medio no está tranquilo. En esto se juega la rentabilidad
de su negocio. Por esto, Aguirre Saravia insistió en la necesidad de
planificar. “No podemos dejar para último momento la toma de decisiones como
tampoco la contratación del contratista forrajero”, dijo.
Fuente: SAVIA Comunicacion
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