Lograr
calidades homogéneas permitirá ganar la confianza del mercado y vender el trigo
argentino como pan y no forrajero. También es posible aspirar a rendimientos de
14 toneladas por hectárea con un manejo inteligente del cultivo. Ambos temas
fueron desarrollados en la
Jornada organizada por ArgenTrigo en la Bolsa de Cereales de la Ciudad de Buenos Aires.
Con
el lema “Una apuesta a lo posible”, la Asociación Argentina
de Trigo (ArgenTrigo) llevó a cabo una jornada en la que diversos especialistas
analizaron los desafíos y oportunidades que hoy enfrenta el cereal en nuestro
país. El encuentro tuvo lugar el 1 de noviembre en la Bolsa de Cereales de la Ciudad de Buenos Aires.
La
apertura estuvo cargo de Oscar Solís, Subsecretario de Agregado de Valor y Nuevas
Tecnologías del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, quien destacó el
importante rol del trigo para la producción del país. “La interacción
público-privada es el camino que nos llevará a crear nuevas oportunidades para
el cultivo, y tanto las puertas del Ministerio como las de la Subsecretaría se
encuentran abiertas para la colaboración en todos los temas que podamos abordar
en conjunto”, afirmó.
La calidad es un tema central
Moderado
por Fernando Cabona, de Bayer, el primer panel abordó el análisis de la calidad
y las novedades tecnológicas. Miguel Di Rosso, gerente de la Cámara Arbitral de la Bolsa de Cereales de Buenos
Aires, aseguró que para ganar confianza del mercado son necesarios lotes
homogéneos de calidad garantizada. Para lograrlos se requieren análisis de
calidad efectivos. “Lo ideal es saber qué tiene uno antes del almacenamiento,
como mínimo en proteína y gluten, para
no estar a ciegas al momento de vender”, señaló.
“Nuestro
trigo es competitivo a nivel internacional y, además, hay condiciones para
seguir mejorando. Tenemos que hacer un trabajo fuerte en calidad pensando en
las próximas generaciones”, dijo Di Rosso y centró su mirada en el Informe
Institucional del Trigo Argentino. “Es una herramienta que nació hace 14 años
por la necesidad de nuestros compradores brasileños de contar con información
veraz sobre la calidad de nuestros productos, algo que no estaba disponible
hasta el momento”, contó.
Entre
las variables medidas a nivel nacional, Di Rosso mencionó las proteínas. Mostró
datos que revelan que desde 1998/1999 hasta 2011/2012, el trigo argentino tuvo
un promedio de 11% de proteína. Sin embargo, hubo años en que este valor se
ubicó en el 8 o 9%. “La tarea es lograr un piso de proteína, hacer que el
promedio siempre se ubique por encima del 9,5% para venderlo como trigo pan y
no como trigo forrajero”, apuntó Di Rosso. “Necesitamos lograr una homogeneidad
en nuestros productos, ya que una de las principales críticas que recibimos
como vendedores en el mercado internacional es esa falta de uniformidad. Tenemos
barcos con 12% de proteína, y otros con 10, y lo ideal es que esos valores se
acerquen, algo que se puede lograr con una adecuada fertilización”, subrayó.
La
fuerza panadera también fue señalada por el especialista como una de las
variables que a nivel país está en niveles competitivos, pero con falta de
homogeneidad. “En general, está en valores cercanos a 300, pero hubo años en
que se ubicó debajo de 250 y hasta de 180”, advirtió. El mismo planteo fue extendido
por Di Rosso para el peso hectolítrico.
Las nuevas tecnologías
El tema de las novedades tecnológicas
para el trigo fue tratado por Agustín Pontacuarto, de Don Mario, y Pablo Panza,
de Syngenta. El primero puso el foco sobre las tecnologías que pueden esperarse
hacia 2020. “La nueva genética es el motor de la mejora, que va a estar abocada
a darle rendimientos superiores al productor”, sostuvo.
Antes
de entrar directamente en el tema, el hombre de Don Mario hizo un repaso por
los principales hitos para el trigo en el país: la genética mexicana
introducida en 1976, cuando los rendimientos eran de apenas 2 mil kilos; la
genética francesa en 2000 y la nueva generación de 2005, con grandes
expectativas para ambientes de alta variedad.
“No
es casualidad que en este año, que fue uno de los peores para nosotros, se hayan
lanzado 18 nuevas variedades: es el motor de la genética, que sigue funcionando
y que para 2020 genera una expectativa de mucho crecimiento”, resaltó.
A
continuación, Pontacuarto reveló números sobre las tendencias en el mercado,
que señalan que las variedades “Top 10”
ocupan el 60% de todas las requeridas por los productores año a año. “Esta
tendencia se fue consolidando en los últimos tiempos -destacó–, ya que desde 2005 a 2010 los grupos de
calidad pedidos estuvieron entre el 2 y el 3, mientras que en los últimos años
tuvieron mucha más importancia los grupos 2 a 1, con un índice de calidad promedio de
1,83. Esto indica que se fueron eligiendo variedades de más calidad con destino
a molienda”.
En
relación a los fertilizantes, Pontacuarto resaltó que la reducción del 24% del
área sembrada en la última campaña no fue acompañada por una menor compra
relativa de estos productos, pues ésta disminuyó en un 22%. “Esto significa que
el que sembró trigo, lo hizo con las mismas dosis de fertilizante que el año
pasado”, indicó.
Por
su parte, Panza centró su charla en la protección de cultivos. “Especialmente
las malezas son una preocupación constante, porque todos los años aparecen
cosas nuevas, tolerancias, etcétera, y las empresas estamos trabajando en
nuevos productos, que tengan más espectro y mejor perfil ambiental”, señaló.
Para combatir estos flagelos, recomendó además un manejo integral, con rotación
de cultivos y de productos.
Por
otro lado, Panza advirtió que la protección contra hongos será clave este año.
“Debemos evitar la contaminación con micotoxinas porque nos veda el acceso a
mercados: Brasil ha bajado el nivel de las micotoxinas tolerables, alineados
con lo que ocurre en Europa”, indicó.
“La
virulencia que estamos teniendo con las enfermedades es tremenda, y creo que
este año vamos a terminar con 3 tratamientos de fungicidas”, añadió.
Panza
contextualizó la problemática en la región señalando que Uruguay aplica 4
tratamientos al año y Brasil de 4
a 6. “Aquí no podemos limitarnos a una sola aplicación
porque si al cultivo no lo agarra una enfermedad, lo agarrará otra”, advirtió.
“Dos
millones de nuestras hectáreas pueden tener una alta producción, creemos que
podemos alcanzar 14 toneladas de rendimiento en esa área, y eso requiere un
manejo inteligente del cultivo, y los profesionales están en condiciones de
hacerlo”, señaló Panza, para luego concluir: “El trigo es un alimento de alto
valor, y China y Brasil quieren mejores alimentos. Nosotros tenemos altísima
potencialidad para producirlo, y tenemos que aprovecharlo”.
Fuente: ARGENTRIGO
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